viernes, 5 de julio de 2013

El dolor ajeno desde fuera



El dolor ajeno desde fuera



Es algo muy extraño contemplar el dolor ajeno... ya sea físico o emocional.
Digo... damos consejos, ayudamos, o simplemente nos quedamos como espectadores?
Claro! si la "teoría" la tenemos todos clara... clarísima!!!. Yo mismo me he hallado dando consejos... yo, que no soy nadie para meterme en asuntos ajenos…
Una chica un día me dijo: "es gracioso recibir un consejo de vida de una persona que vive al borde del abismo".
Si...
Pero por lo menos vive... al borde del abismo... pero VIVE.

A nadie (excepto a la familia) le incumben las razones de por qué soy como soy, hago lo que hago, o pienso como pienso... y mucho menos NADIE tiene derecho a imponer su criterio sobre cómo viven su vida las otras personas.
Si yo encontré una forma de vida que me llena... entonces bienvenida sea! Welcome to my life!!!.

Hoy me pasó algo muy raro... vi a un chico caerse de la moto y quedar inconsciente en el suelo... y no pude hacer nada.
Miedo? Tal vez...
La verdad es que me quedé paralizado. La vida no te prepara para eso. El chico recibió ayuda instantáneamente y se lo llevaron en una ambulancia... pero yo solo me quedé mirando atónito la horrible escena.
Me afectó mucho... aún ahora me siento mal al recordar el cuadro...
El chico inconsciente en el suelo...
Le temblaban  los pies...
Y cuando despertó fue peor... porque se empezó a revolver de dolor.  Ni siquiera podía llorar.

Es  jodido como la vida te pone frente a situaciones tan aberrantes, para las que uno nunca fue preparado.

Recuerdo  una noche de verano, en una casa de campo en Ibiza, mis padres habían salido y yo me había quedado con mi hermana durmiendo, la casa era grande, como de 3 pisos y estaba rodeada de un bosque bastante grande y sobretodo oscuro, de día nos pasábamos correteando por ese lugar, pero de noche, nos daba algo más de miedo sobretodo con la imaginación que teníamos.
Pues esa noche mis padres nos habían dejado con unos amigos, pero resultó que estos chicos se encontraban en el 3 piso y nosotros en el primero.
El resultado fue que mi hermana me despertó a medianoche porque según ella, veía cosas…
En realidad no había nada, yo lo sabía pero cuando tienes 7 años, y tu hermana 6 el miedo es muy contagioso, además no sabíamos que había alguien más en la casa y, como todo estaba oscuro y escuchamos ruidos nos asustamos muchísimo, tanto que salimos dispuestos a buscar a nuestros padres adonde estuviesen, nos armamos con un cuchillo y salimos al campo. Sinceramente cuando salimos al campo ya casi no teníamos miedo, sólo un deseo enorme de encontrar a nuestros padres, aún así nos metimos en problemas y una jauría de perros nos persiguió por un montón de rato, ellos en realidad, dudo mucho que nos quisiesen hacer daño, simplemente nos siguieron por curiosidad  claro que, cuando mides poco más de un metro los perros dan miedo.
Perseguidos llegamos hasta la carretera y ahí nos decidimos a hacer autostop, y aquí viene lo curioso del caso, no paró ni un solo coche, estuvimos un buen rato en la carretera y no paró nadie…
No se preocuparon por dos niños de 7 y 6 años en la carretera a no sé qué hora de la noche. Al final estuvimos más cansados que asustados y decidimos volver a casa.  

A lo que trato de llegar con todo esto es que la experiencia del dolor ajeno es algo que hace que nosotros mismos demandemos demasiado de nuestra propia cabeza. Ya que además de la angustia de saber que el otro está sufriendo, uno siente que tiene que hacer algo... y muchas veces no lo hace.
Con lo del chico  de hoy... juro que cierro los ojos y veo su cara...

-Y como quien no quiere la cosa  vienen a mí mil recuerdos similares... de cosas que pasé yo y sufrieron otros...

-A veces, incluso, es como si doliese más el dolor ajeno...

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